domingo, 21 de noviembre de 2010

1923 5.ª edición del Gran Premio de Madrid

RUBAN, DEL DUQUE DE TOLEDO, GANA EL GRAN PREMIO DE MADRID


RESULTADOS TÉCNICOS
Hipódromo de La Castellana
Domingo 3 de junio de 1923
Gran Premio de Madrid
Para caballos enteros y yeguas de tres años en adelante. Pesos: tres años, 48 kilos; cuatro años, 60 kilos; cinco años o más, 62 kilos. Recargos: 2 kilos al ganador de un premio de 35.000 pesetas. Descargos: 2 kilos al que no haya ganado un premio de 15.000 pesetas, y 5 kilos al que no haya ganado uno de 8.000 pesetas. Martrícula: 800 pesetas.
2.400 metros
50.000 ptas. - 7.000 ptas. - 3.000 ptas.
Copa donada por el Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid
Terreno pesado
ORDEN DEFINITIVO DE LLEGADA
1.º RUBAN - 62 kilos - L. Lyne - A. de Neuter - Cuadra del duque de Toledo
2.º FURNACE - 55 kilos - J. Ruiz - Cuadra del marqués de Amboage
3.º ETELFAY - 46 kilos - Clout - Cuadra del conde de la Cimera
4.º ALBANO - 64 Painter - V. Díez - Cuadra de la marquesa de Coloma
5.º CANTON - 46 kilos - Robertson - Cuadra del marqués de Amboage
6.º PETERADE - 47 kilos - Alonso - Cuadra del barón de Velasco
7.º GUILLERMINA - 53 kilos - Belmonte - Cuadra del marqués de Amboage
8.º NIGHT HAUNT - 63 kilos - Méndez - Cuadra de la marquesa viuda de Villagodio
9.º BLUE LAGOON - 53 kilos - J. Rodríguez - Cuadra del barón de Velasco
10.º GRAN CAPITAN - 55 kilos - Sánchez - Cuadra del barón de Velasco
11.º IPPECOURT - 55 kilos - Cooke - Cuadra del conde de la Cimera
12.º WILLOW - 56 kilos - Pryor - Cuadra del marqués de San Miguel
13.º SANDOVER - 60 kilos - Leforestier - Cuadra de la marquesa viuda de Villagodio
Tiempo: 2' 42'' 3/5
Distancias: 1 ½ c., 2 c., ½ c.
Dividendos por duro apostado
Ganador: 13,50 - Colocados: 8,50 - 23,50 - 10

ABC, martes 5 de junio de 1923
Para el deportista, el Gran Premio de Madrid ofrecía un verdadero interés. RUBAN, el hermoso ejemplar del duque de Toledo, volvía a aparecer en la pista después de su última exhibición en el Gran Premio de San Sebastián, que tan brillantemente ganó.
A propósito de este ruidoso triunfo internacional se dijeron cosas verdaderamente estupendas.
Algunos periodistas de menor cuantía que vierten sus exudaciones en ciertos periodiquitos franceses tuvieron la avilantez de decir en letras de molde que el dopping, por una parte, y las complacencias de los jockeys, por otra, fueron los que le dieron el triunfo a RUBAN. Y en cierto periódico de la capital guipuzcoana se estampó también el aserto de que sólo al estar dopado el caballo del duque de Toledo, se debió el que llegara primero en el premio de las 500.000 pesetas.
La ignorancia y la mala fé hermanadas inspiró a estos sesudos hombres.
Como por otra parte, en la cuadra del duque de Toledo se había declarado una enfermedad que atacó a todos los caballos, retrasándolos en su preparación, la presencia de RUBAN en el Gran Premio era, hasta cierto punto, para muchos, una incognita, cuya solución ofrecía un alto interés deportivo.
Nosotros desde luego, teníamos plena confianza en el caballo, por haberlo visto como ganó en San Sebastián a un lote de caballos de primera fila, y porque no dudábamos de que al presentarlo De Neuter en la pista era por creerlo en condiciones de triunfar. Al salir al turf RUBAN la expectación fué enorme. Y creció, en sumo grado en todo el desarrollo de la carrera.
El starter Sr. Luque -cuya actuación no la puede mejorar nadie-, da la salida. Y en buena arrancada se colocan en cabeza FURNACE, ETELFAY, ALBANO, GRAN CAPITAN y WILOW; en penúltimo lugar queda RUBAN, completamente taponado y en difíciles condiciones para desembarazarse, pues no hay que olvidar la estrechez de la pista para 13 caballos que eran los que tomaban parte en la prueba. Así dan la primera vuelta, apretando cuanto podían los que iban en cabeza. RUBAN encerrado.
En estas condiciones ya fueron muchos los que creyeron en un fracaso. Pero había otra incognita, el jockey. Todo el enorme interés se reconcentró en Lyne. ¿iba a sucumbir como un modesto aprendiz?. Lyne es un gran jockey que conoce de memoria a su caballo favorito. Tenía que llevarlo al éxito, y lo llevó. En la puerta de Madrid para a RUBAN y deja que pasen todos: se echa por fuera y comienza a hacer una estupendísima monta. Al pasar la cuesta ya lleva ventaja a varios caballos; en la curva del canal, ya está en quinto lugar, y al enfrentar la recta final va a ras con los tres o cuatro caballos. Llama al caballo, y RUBAN contesta noblemente a los requerimientos y sólo con un poco de esfuerzo va a la cabeza y entra primero en la meta entre la delirante ovación de los buenos aficionados.
El duque de Toledo coge de la brida a RUBÁN y lo lleva al peso, reproduciéndose en todo el trayecto la entusiasta ovación.
Lyne puede apuntarse esta monta como una de sus mejores. Fue difícil, no por el caballo, sino por los incidentes de la carrera, que otro cualquiera la hubiera perdido.
RUBAN sigue en espléndida forma; es el legítimo ganador del Gran Premio de San Sebastián.
Conque dopado, ¿eh? ¡A cuántos debieran darles el dopping!.
El alcalde de Madrid, Sr. Ruiz Jiménez, en nombre del Municipio, hizo entrega a S. M. el Rey de la copa donada por el Ayuntamiento como premio en esta carrera.

EL GLOBO, martes 5 de junio de 1923
La presencia de RUBAN salvó el prestigio del Gran Premio de Madrd, que se disputaba por quinta vez este año. Se alinearon -o mejor, no se alinearon- a las órdenes del starter 13 solípedos, dejando de presentarse únicamente ALLEXTON; salieron cuando quisieron y como quisieron, que no fué precisamente en línea ni, después de todo, hacía falta corriendo RUBAN; como alguno tenía que ir delante, ese fue ALBANO, y como alguno tenía que quedarse atrás, igual que otras veces se quedó WILLOW. En la primera curva, era SANDOVER quien galopaba en cabeza; ante las tribunas, PETERADE, seguida de SANDOVER, IPPECOURT y ALBANO y cerrando siempre la marcha WILLOW. Para evitar, sin duda, la monotonía, en la recta de enfrente producíanse una porción de cambios, que sería enfadoso relatar, y en la última curva eran los primeros ETELFAY, CANTON, ALBANO, FURNACE y RUBAN que por fuera, empezaba a galopar. A la altura de las cuadras, la carrera estaba concluida; FURNACE se había despegado de todos y RUBAN en cuatro trancos le daba alcance. Claro es que sin esfuerzo RUBAN sacaba cuerpo y medio de ventaja y cruzaba la meta en un potente canter; con una pata menos habría ganado lo mismo.
El campeón de la cuadra Amboage era segundo, sin inquietarle en lo más mínimo ETELFAY, que llegaba tercero a dos cuerpos, precediendo a su vez en cuerpo y medio a ALBANO (cuarto), CANTON (quinto), IPPECOURT (sexto) y las demás figuras decorativas, tan desperdigadas como si el tren hubiera sido vertiginoso. ¡Como que GRAN CAPITAN, que saltó con las patas llenas de vendas, volvió al peso completamente desencuadernado y con el jockey Sánchez a pie!... El cronometrador registró para los 2.400 metros 2' 52'' 2/5. El año pasado los cubrió ALBANO en 2' 38'' 4/5. Y en 1920 NOUVEL AN (FR) hizo los 2.500 metros que era entonces el recorrido, en 2' 41'' 4/5. Una ovación cerrada acogió el triunfo del hermoso caballo de las cuadras reales; ovación muy justa, no por el mérito de batir a tan mediocre lote, sino por la potencia y seguridad con que el crack hizo los últimos 200 metros, por su galope armónico, cadencioso y tranquilo en el final de la carrera. Su Majestad el Rey cogió de la brida al caballo para volver al peso y los aplausos aumentaron. Merecido desquite de una excelente cuadra a la que esta temporada persiguió la mala suerte y que por primera vez se adjudicaba el más importante premio de la reunión primaveral por el que venía luchando sin éxito desde su creacion.
Resultaron, pues, confirmados nuestros pronósticos: el primer lugar fue para la clase, para la forma el segundo. Y si el representante de Amboage que precedió al lote cangrejil fue FURNACE en vez de CANTÓN o GUILLERMINA, probablemente, corroborando nuestra observación, lo debió a la monta, que no es lo mismo llevar encima un jockey como José Ruiz, que aprendices como Belmonte que montaba a GUILLERMINA y Robertson a CANTON. ALBANO, tercero de NOUVEL AN (FR) en 1920, segundo del mismo en 1921, ganador en 1922, concluyó, como queda dicho, cuarto; no podía aspirar a más; quizás el año que viene dispute el premio por quinta vez y ocupe otro puesto distinto...
El Hipódromo, a pesar del mal tiempo, se vió muy concurrido, aunque no tanto como otros años en la misma fecha. Asistió la Familia Real.

EL IMPARCIAL, martes 5 de junio de 1923
Hace pocos días, con ocasión de la muerte del señor Blankney -que por cierto tenía el mismo apellido que Charlot-, se recordaba en estas mismas columnas el famoso Derby de 1867, conocido todavía en Inglaterra con el nombre de Snow Derby, o sea de la nieve.
Nosotros, que ya tuvimos nuestro gran premio de la lluvia hace cuatro años, tuvimos anteayer uno nublado que perdió, naturalmente, mucho de su esperada brillantez. Quiere decirse que es de suponer que la festividad hípica más interesante desde el punto de vista mundano será esta temporada el Gran Premio de los tres años, que se corre dentro de quince días, y que nada como consecuencia se habrá perdido.
Mas antes de pasar adelante, ya que le he mencionado, añadiré algunos detalles complementarios a las interesantes noticias que ya se han dado en EL IMPARCIAL sobre la curiosa figura de Mr. Chaplin. Hijo de un pastor protestante, se encontró a su salida de Oxford dueño de una considerable fortuna, que le permitió montar una importante cuadra de carreras. Por 1.000 guineas -poco más de 26.000 pesetas a la par- adquirió a HERMIT, un hijo de NEWMISTER y LACLUSION, en venta pública de yearling. Durante el invierno del 66 al 67 el potro era uno de los favoritos del Derby; pero a consecuencia de un grave accidente descendió en las apuestas hasta llegar a 100 contra 1. La leyenda dice que el caballo fué preparado y ensayado durante la noche, y así su propietario, seguro de su buena cualidad, pudo jugarle cuanto quiso en excelentes condiciones, pues todo el mundo creía que el animal estaba inservible. El marqués de Hartings, haciendo de bookmaker, dió al potro de su rival hasta una considerable cifra de millones, casi la totalidad de su fortuna. Así, cuando HERMIT -a 66 contra 1 a última hora- ganó por un cuello la carrera, se encontró casi arruinado. Un año más tarde, sin embargo, ganó con THE EARL el Gran Premio de París, con enormes apuestas, pero sus asuntos no tenían ya arreglo, y antes de resignarse a una vida oscura prefirió el suicidio. Su enemigo fue, en cambio, comisario del Jockey Club, miembro de la Cámara de los Comunes, ministro seis años seguidos, y, por último, conde y par del Reino. Fue tan solo derrotado en amorosas lides. Debía, pues, ser un hombre verdaderamente inteligente, con una dosis no pequeña de buena suerte.
El duque de Toledo ha ganado por fin el Gran Premio de Madrid. En estos últimos años sus colores habían triunfado en todas las pruebas importantes, menos en esta, donde parecía perseguirles la fatalidad. Hace tres años particularmente, con ROMAN, hermano del vencedor de anteayer, fué necesario que viniese Stoker desde el fondo de la remota Albión para que no saliesen triunfadores. Mas la victoria de anteayer, fácil, clara, conseguida con un caballo que llevaba uno de los mayores pesos, es una compensación más que suficiente. RUBAN, en efecto, ganó con toda la superioridad deseable, confirmando, además, su brillante victoria de San Sebastián, si confirmación necesitase para alguien más que para El Pueblo Vasco. Tan solo un ligero accidente, bastante grave, no obstante, para impedirle trabajar durante algunos días -el mismo o parecido al que ocasionó su mala carrera en el Saint Leger de San Sebastián-, pudo comprometer su éxito; pero el crack, aunque no estuviese en su mejor forma, jugó con sus adversarios y a la primera llamada de su jockey se hizo dueño de la situación. Lyne le montó con su tacto y sangre fría de siempre. Sin preocuparse por una salida mediana, le dejó galopar en cola del pelotón durante la primera milla del recorrido. Entonces atravesó rapidamente el pelotón de los desenfrenados y fué a colocarse inmediatamente detrás de ALBANO, que con su vigor de siempre había galopado desde la salida entre los primeros. A la entrada de la linea recta, la carrera se dibujó claramente en seguida. ETELFAY, en cabeza, se acababa por momentos; ALBANO no era capaz de pasarle, y RUBAN se destacaba de FURNACE muy a punto y muy a gusto con sus 55 kilogramos, pero dominándole manifiestamente. Juntos llegaron hasta la distancia, donde Lyne, levantando ligeramente las manos, destacó a su caballo, que ganó por la distancia que quiso.
Una gran ovación acogió la victoria de los colores reales que se reprodujo cuando el alcalde, Sr. Ruiz Jiménez, puso en manos de S. M. el Rey la copa que el Ayuntamiento de Madrid había querido añadir al premio. (Por cierto, que estoy seguro de que la Sociedad de carreras daría con gusto una copa mucho más grande, dejando al excelentísimo Ayuntamiento el cuidado de dar el premio, o, por lo menos, buena parte de él, como hace el Municipio de París en caso análogo). Los aplausos continuaron cuando el duque de Toledo, sombrero en mano, condujo a su caballo del diestro de la pista al peso, por delante de la tribuna donde estaban las Reinas.
En resumen: un triunfo espléndido del mejor caballo y de la cuadra seria, de una regularidad para satisfacer a los más exigentes. Y ni que decir tiene cuán merecidas felicitaciones recibieron tanto Mr. De Neuter, entrenador en la Casa de Campo, como el marqués de Viana, caballerizo mayor, que siempre ha secundado sus esfuerzos con decidida voluntad y constante apoyo. (LORD NIHIL)

EL SOL, martes 5 de junio de 1923
Si el tiempo no se hubiera mostrado amenazador, el éxito de la jornada del Gran Premio sería completo, y, a pesar de él, la concurrencia fue muy numerosa, y la parte deportiva, inmejorable. La gran carrera ha sido ganada por el mejor caballo actualmente en España, y su triunfo, que confirma por completo el resultado del Gran Premio Alfonso XIII, nos produce, precisamente por eso, una más viva satisfacción. Además, la cuadra Real, que ha conocido los mejores laureles en las pistas españolas, no había podido hasta el domingo alcanzar el Gran Premio de Madrid, prueba en la que una cierta jettatura la perseguía, sin razón ni motivo. Bien justo es que ahora, que poseía sin disputa el mejor caballo del lote, lo ganase.
Los trece concurrentes, en general con buen aspecto, hicieron el clásico desfile, gustándonos particularmente en el canter FURNACE, GRAN CAPITAN y ETELFAY. La salida se dió después de dos intentos en aceptables condiciones; únicamente dos de los representantes de Velasco se rezagaron algo. Pronto WILLOW empezó a demostrar dificultad para seguir el tren rápido que marcaban SANDOVER y ALBANO, seguidos muy de cerca por los dos tres años de la carrera y GRAN CAPITAN, que eran los que figuraban en cabeza al pasar frente a las tribunas. Entonces, RUBAN, sin perder contacto con el pelotón, iba a retaguardia, escoltado únicamente por WILLOW. Enfrente RUBAN se coloca, GRAN CAPITAN queda cojo, y el grupo de los rezagados aumenta. En la recta final, RUBAN toma el mando, y por arrebatárselo lucha con energía FURNACE, oportunamente traído por el buen jockey Ruiz. ETELFAY logra colocarse el tercero, y ALBANO, ya más lejos, precede al pelotón.
El resultado es sumamente lógico: RUBAN, que es mejor, que Mr. de Neuter lo supo presentar en perfecto estado, y que Lyne montó como él sabe hacerlo, fina y mesuradamente, ganó en definitiva con facilidad. RUBAN representó la clase. FURNACE, en el apogeo de su condición, luchador decidido, y también irreprochablemente montado, representó la forma. En cuanto a la digna figuración de ETELFAY, que tuvimos la fortuna de predecir, prueba que era inexacta su carrera del Premio Nouvel An, pues batió a CANTON por más de tres kilos que entonces les separaban. Este, es cierto, llevó una carrera dura en cabeza, que puede, hasta cierto punto, justificarle. Los demás no pueden alegar otra excusa que su falta de calidad o de condición, salvo GRAN CAPITAN, que, como dijimos, terminó cojo.

LA ACCION, lunes 4 de junio de 1923
¡Ya se ha corrido el Gran Premio! La carrera más importante de la temporada hípica ha tenido lugar ayer, rodeada de todos los elementos indispensables para su buen éxito: asistencia numerosísima y distinguida, expectación previa y emoción grande durante su desarrollo. Cierto que el cielo cubierto y amenazador retrajo a algunos timoratos; pero, en general, el Hipódromo ofreció el aspecto de las grandes solemnidades.
Toda la Real Familia se encontraba en el Hipódromo desde primera hora. Disputándose, aneja a la dotación de la gran carrera, la Copa de la Villa de Madrid, donada por el excelentísimo Ayuntamiento, el alcalde presidente, señor Ruiz Jiménez, y numerosos concejales han asistido a la reunión.
Esta ha constituido, ya lo decimos, a pesar de la defección de la mínima parte del público, al que hay que diputar por el hecho, como no aficionado, un verdadero éxito, por el que hemos de hacer presente nuestra felicitación sin reservas a los entusiastas y celosos directores de la Sociedad de Fomento.
La carrera del Gran Premio ha respondido cumplidamente a la expectación despertada. Su desarrollo ha sido severo y angustiosamente indeciso, como corresponde a una gran prueba. Hasta más de la recta final el resultado continuaba en la incógnita. Finalmente, RUBAN, el famoso caballo de la cuadra del duque de Toledo, ha ganado limpiamente. Este nuevo triunfo confirma la calidad excepcional de este hermoso caballo de carreras, que al ganar el año pasado en San Sebastián el premio del medio millón batiendo a un imponente lote internacional, conquistó un renombre mundial. Su carrera de ayer demuestra que en aquel resonante éxito no influyó nada el factor casualidad.
Ayer ha dispuesto fácilmente de sus contrincantes, entre los que se encontraban caballos de clase acreditada y algunos jóvenes animales, que han dado buenas pruebas, y a los que, por razón de la edad, debía dar un peso enorme. Con la pista bastante pesada a causa de la lluvia caída, incluso la misma tarde de la carrera, la proeza del hijo de PHILIPPE II y REYNA es doblemente meritoria. Durante casi todo el recorrido se ha mantenido en las últimas posiciones, dejando a BLUE LAGGON y ETELFAY marcar un paso bastante rápido en la cabeza. Después de dos intentos infructuosos, la salida había sido bastante buena, retrasándose únicamente WILLOW, que por su propia frialdad ya no entró en su acción en toda la carrera.
En la cabeza del pelotón ya no hubo variaciones importantes. Al final de la recta de enfrente se anotaba el avance progresivo de RUBAN. Al desembocar la curva última seguía en cabeza ETELFAY. En el pelotón se veía un esfuerzo de ALBANO, que pronto se entregaba al avance de FURNACE; que por enmedio de la pista pasaba a ETELFAY. RUBAN por el exterior, en un estilo imponente y muy fácil, lograba adelantar a FURNACE, frente a la tribuna regia y entraba victorioso en la meta, muy sobrado.
ETELFAY conservaba el tercer puesto delante de ALBANO, que precedía a WILLOW, IPPECOURT, CANTON, etc.
Una clamorosa ovación acogió el soberbio triunfo de RUBAN, ovación que al regresar del peso, llevado del diestro por su augusto propietario, cuya satisfacción era bien visible, alcanzó proporciones extraordinarias. Todo el mundo acogió con simpatía el triunfo de los colores reales; el duque de Toledo, con justicia calificado de primer deportista, llevaba una temporada desgraciada en el turf. Por las cuadras de la Casa de Campo había pasado este invierno una mala ráfaga; el propio RUBAN había sido víctima de las consecuencias de una epidemia que se desarrolló en aquel contingente hípico. Su triunfo de ayer es la justa compensación que su propietario merecía a tantos contratiempos.
El inteligente preparador de RUBAN, M. de Neuter, fue asimismo muy felicitado por la forma insuperable en que llevó al caballo a la carrera. En cuanto a su jockey Lyne, baste decir que realizó una de las mejores montas, por la sangre fría y el tacto puestos a prueba, que le hemos visto.
Detrás del gran ganador, la clasificación de FURNACE, que de un caballo de handicap se convierte en un caballo de gran premio, es demostración de la forma ascendente de la cuadra Amboage. La carrera de ETELFAY, aunque favorecido por su peso y por la pesadez de la pista, es también muy meritoria, y le rehabilita completamente de su última e inexplicable derrota. ALBANO hizo más de lo que se esperaba, pero pareció ya agotado por los años. La carrera de WILLOW no es del todo exacta; quizá de haber ido en posición mejor desde la salida, hubiera figurado más al llegar. (A. DIEZ DE LAS HERAS)

GRAN VIDA, mayo - junio de 1923
El Gran Premio de Madrid, dotado con 60.000 pesetas, amén de una hermosa copa de plata, donada este año por el Ayuntamiento madrileño, llevó al Hipódromo un público numeroso, lo mismo en la entrada general que en las tribunas.
Para disputarlo se alinearon 13 caballos, entre los cuales figuraban como favoritos RUBAN, ALBANO y ETELFAY, acompañados de FURNACE, SANDOVER, WILLOW, IPPECOURT, CANTON, GRAN CAPITAN, NIGHT HAUNT, PETERADE, GUILLERMINA y BLUE LAGGON.
A buen tren partió el pelotón, llevando en bandera a SANDOVER, y bien colocados al centro los favoritos; en la segunda vuelta FURNACE y ETELFAY, ocuparon los primeros puestos, con verdadero deseo de vencer; pero en la distancia Lyne solicitó el esfuerzo de RUBAN, y este bravo crack en una hermosa arrancada se puso a la cabeza, entrando el primero en la meta con cuerpo y medio de ventaja sobre FURNACE. El tercer lugar lo ocupó ETELFAY y el cuarto ALBANO. Al entrar vencedor en el peso RUBAN, conducido de las riendas por el duque de Toledo, estalló en el Hipódromo una gran ovación.

LA EPOCA, lunes 4 de junio de 1923
Con gran animación, no obstante lo desapacible y amenazador del día, celebróse ayer tarde la décima sesión de carreras de caballos. La interesante prueba del Gran Premio de Madrid, llevó al Hipódromo a gran número de deportistas y personas conocidas.
Honraron la fiesta hípica con su presencia, los Reyes Don Alfonso y Doña Victoria y los Infantes Doña Isabel y Don Fernando.
La carrera del Gran Premio de Madrid, objeto de todos los comentarios, fué ganada por el caballo que debía ganarla. El magnífico RUBAN, del Duque de Toledo, que para muchos era una incógnita, por no haber vuelto a correr después de su resonante victoria en el Gran Premio de San Sebastián, demostró hallarse en igual forma que entonces, y que en ella es al menos media clase superior al resto de sus concurrentes de ayer. Seguro de si mismo... y de su montura, Lyne, el gran jockey del Rey, se permitió el lujo de dejarse pasar por todos sus adversarios en la primera vuelta y galopar un rato solo detrás del pelotón. En la última curva le bastó aflojar las riendas para colocarse en cabeza y entrar sin lucha el primero en la meta.
Al entrar en el recinto del peso Su Majestad, llevando de la brida a su gran caballo, fué objeto de una ovación.

HERALDO DEPORTIVO, viernes 15 de junio de 1923
Con extrañeza hemos visto la disparidad de criterios que existe en la Prensa, incluso en la especial del turf, respecto a la fecha de creación del Gran Premio de Madrid y, subsiguientemente, respecto a la historia del mismo. Para aclarar esas vacilaciones creemos oportuno hacer constar que el Gran Premio de Madrid, reservado a los caballos nacionales de tres años, se fundó en 1881, en que lo ganó SIRENA, de D. J. P. de Aladre; que continuó con el mismo nombre y condiciones generales hasta el año 1918, y, a partir del siguiente, ese antiguo Gran Premio de Madrid se denominó Gran Premio Nacional y se creó otro Gran Premio de Madrid, con importante dotación, abierto a nacionales y extranjeros, de tres años en adelante, con ciertas condiciones de distancia y pesos no siempre fijas. Este, que es el actual Gran Premio de Madrid, fué ganado, en sus tres primeros años, por NOUVEL AN (FR), el cuarto, por ALBANO, y días pasados, en que se corrió por quinta vez, por RUBAN, el ya bien famoso crack del duque de Toledo que, por si alguien lo dudaba, dió una nueva prueba de ser el mejor caballo que actualmente pisa nuestros hipódromos, comparable, como racer, a UKKO, NOUVEL AN (FR), TEDDY, etcétera; entre nuestros mejores ganadores.
Debido a su mala performance en el Saint Leger de San Sebastián, ocho días antes del Gran Premio Alfonso XIII (carrera aquella que los que le habíamos visto en el país podíamos afirmar absolutamente falsa, pues se encontraba detrás de BLUE LAGOON, siendo superior a ella en muchos kilos), su victoria en ese premio del medio millón fue comentada y discutida en todas partes, y nuestra pluma hizo entonces notar la contradicción de performances; pero aceptó la victoriosa como exacta, convencidos como estábamos, del mérito del hijo de PHILIPPE II y de su calidad, suficiente para que, dadas las condiciones de la carrera y los que pueden reputarse naturales incidentes de la misma (v. gr.: un caballo montado con precipitación, otro que viene tarde, etc.), resultase ganador. Algunos pequeños accidentes de preparación sufridos por el crack durante el invierno, hicieron temer que su confirmación no pudiera tener lugar y retrasaron, desde luego, su puesta en forma, haciendo a su cuadra desistir de correrle en la Copa de Oro de Ascot, en la que se hallaba inscrito; pero con todo y aun sin estar en el punfo culminante de la condición, consiguió apuntar la primera victoria de los colores reales en el actual Gran Premio de Madrid, ganando netamente, a pesar de los kilos que daba a todos sus contrincantes, con excepción de ALBANO, cuyos viejos laureles le obligaban a llevar 64 kilos, carga ya pesada para su poco tamaño y sus muchos años y, más aún, para su condición actual.
RUBAN, cuya genealogía es conocida por los lectores de Heraldo Deportivo, irá, probablemente, a París, el mes próximo, a disputar el Premio del Presidente de la República y, tal vez, el Premio de los Mariscales, una vez ganado por el gran NOUVEL AN (FR); si, para entonces, no ha tenido entorpecimientos, seguramente dejará en buen lugar el alto renombre de su cuadra, y así lo deseamos. En el Gran Premio de Madrid batía a un lote numeroso, pero no excesivamente importante, aunque su medianía nos parece que ha sido comentada con exageración; en él formaban algunos viejos routiers, como ALBANO, SANDOVER y WILLOW; un par de apreciables cuatro años, como FURNACE e IPPECOURT; dos de los mejores tres años, como ETELFAY y CANTON, y algún imposible, como NIGHT HAUNT y PETERDE. La carrera presentó todos los caracteres de regularidad deseables, pues fué llevada a buen paso y, salvo GRAN CAPITAN, que terminó cojo, nadie casi pudo alegar otra excusa que la superioridad del vencedor.
El segundo, FURNACE, que recibía siete kilos de RUBAN, corrió notablemente, y si elogios merece Lyne por su ponderada monta de RUBAN, no menores las merece Ruiz por la defensa que le opuso con el hijo de BOWMAN. ETELFAY, que fue tercero, había llevado, como CANTON, una carrera dura en el pelotón de cabeza; pero esta vez batió al gris, restableciendo un orden que desde Sevilla, donde por primera vez se encontraron, no había sido alterado más que en el Premio Nouvel An. En nuestra impresión, la carrera del potro de Cimera entonces no fue exacta, influyendo en ella el hecho de haber sido estorbado por otro concurrente, el terreno duro que no le apetece y, como es lógico, el peso que se deja más sentir en un caballo pequeño como él. Como resumen del Gran Premio diremos que el caballo de clase venció, oponiéndosele un animal corajudo en plena forma, un buen tres años y el viejo ALBANO, que llegó cuarto. Como aficionados, el triunfo del duque de Toledo nos produjo vivísima satisfacción. (ECLIPSE)

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